En la historia de la arquitectura, el concepto de belleza siempre ha estado ligado a diferentes factores que representan, principalmente, los valores de la sociedad en un período determinado. El zeitgeist (espíritu de la época) es ciertamente crucial para estas definiciones, por lo que es probable que algo que alguna vez se consideró hermoso en el pasado tenga otra connotación en la actualidad. En este sentido, las preferencias estéticas en arquitectura parecen estar ligadas a referencias simbólicas implícitas en la propia construcción y en su relación con el mundo. Son preferencias que expresan convicciones, ideologías y posiciones, así como sentimientos morales, religiosos, políticos y, por supuesto, símbolos de estatus de clase.
Desde hace algún tiempo, la mayoría de las arquitecturas ricas han expresado su ideología a través de materiales importados, revestimientos llamativos, técnicas exuberantes y detalles exquisitos. Sin embargo, en los últimos años es posible percibir un cambio de paradigma en cuanto a la definición de lujo.
La preocupación por la sostenibilidad y el futuro del planeta se ha convertido en un punto clave en todas las actividades humanas, y la arquitectura no está exenta. En la actualidad, darse cuenta de la vulnerabilidad de los recursos naturales y la inminencia de un cambio climático irreversible se ha convertido en un puesto de lujo. El lujo de hoy es poder ir en bicicleta al trabajo, vivir la ciudad sin contaminar el medio ambiente, tener un gran jardín y cosechar tus propias verduras, construir una casa con el mínimo impacto en el entorno natural, con bajas emisiones de carbono y utilizando materiales y mano de obra local. Esta apreciación de la sustentabilidad está tan latente que las grandes empresas de alto nivel la utilizan como eslogan comercial para su estrategia de marketing, algo que no siempre se corresponde con la realidad.
En este sentido, elementos y técnicas constructivas que antes estaban relacionadas con presupuestos limitados pasaron a ocupar otro nivel, convirtiéndose no en una elección obligatoria, sino deliberada. Esta reestructuración de la estética de alta gama se viene dando desde hace tiempo con la incorporación de ciertos elementos que en ciertos contextos denotan una ideología, mientras que en otros pueden significar una necesidad.
De todos modos, sea un acto genuino o no, es importante concretar la incorporación de elementos simples e incluso vernáculos en edificios de alto estándar, modificando la concepción de la belleza y dando un nuevo significado al ideal de la arquitectura.
Dentro de estos elementos, los muros de tapia ocupan sin duda un gran lugar. Considerada una solución económica, sostenible y de bajo impacto, la tierra apisonada ha conquistado la arquitectura de alta gama a través de sus numerosas aplicaciones. En el proyecto brasileño de Casa na Mantiqueira, los muros de barro dialogan con equilibrios simétricos y estructura de madera. En el ejemplo mexicano de Casa de Tierra, los muros de tapial se utilizaron con la intención de crear armonía entre la arquitectura vernácula y la contemporánea, como un puente entre el pasado y el presente. Todavía en este idioma, Casa de Capas también utiliza la tierra de origen local en sus muros construidos por artesanos nativos, al igual que Casa Viña, en Portugal.
La paja, utilizada principalmente en cubiertas, es otro elemento que ha sido resignificado como un excelente ejemplo de solución constructiva sustentable, pero eficiente en términos de confort ambiental. Precisamente por eso, ha ido ganando terreno en las construcciones de alta gama. El Hotel Punta Caliza en México se mimetiza con el verde paisaje utilizando la paja como elemento natural predominante, de la misma manera que Casa Wabi, derivado del término japonés wabi sabi, sugiere un ideal estético que encuentra la belleza en la imperfección, la impermanencia y la profundidad. de la naturaleza, traducida sobre todo por el revestimiento de paja natural.
En Casa Bambu, como su nombre lo indica, lo más destacado son los paneles de este material dispuestos en la forma inusual de una espina de pescado. Construida para una pareja que pasa su vida navegando en el Mediterráneo, esta casa combina bloques de hormigón y piedra natural con bambú. Ya sea aplicado como revestimiento, como en el trenzado del revestimiento de Casa EA, o como brise, en el caso de Casa Petro, el bambú también ha asumido diferentes roles que van más allá del ámbito habitual y generan nuevos apropiaciones.
Por último, pero no menos importante, otro material popular que se ha incorporado a los edificios de alta gama es el corcho. Por su propia naturaleza, el corcho es reciclable y renovable, ya que el árbol regenera su propia corteza. Sin sufrir el proceso de recolección, el corcho se presenta como una opción visualmente potente y ambientalmente sostenible para proyectos arquitectónicos. Utilizado en el Pabellón Serpentine Gallery de 2012, diseñado por Herzog & de Meuron y Ai Weiwei, el corcho ha adquirido diferentes usos y formas, como se ve en Casa Bonjardim, Villa Extramuros o Casa NH.
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